Texto presentado por la antigua coordinadora como introducción e invitación al proceso de refundación de Lucha Autónoma
documentos de la refundación

CONSTRUIR AUTOORGANIZACIÓN

"Lucha Autónoma nace en otoño de 1990 como acuerdo y síntesis de los debates sobre organización y autonomía que se dieron entre varios colectivos de Madrid. (...)El objetivo de estos colectivos al coordinarse y crear Lucha Autónoma era conectar las luchas que desarrollaban separadamente (...)"
Del librito marrón "Construir autoorganización". 1994.

Este texto nace de la crítica a practicas y experiencias que pretendemos analizar para aprender de los errores. No hay voluntad de grandes teorizaciones y más bien se tiende a lo básico.

El porqué de las estructuras

    Al haber mamado nuestra cultura política de ambientes antiautoritarios entendemos perfectamente que a much@s les dé repelús la palabra organización porque inmediatamente en el imaginario colectivo surge la imagen de esos militantes revolucionarios que creyeron ciegamente en sus organizaciones, las consideraron portadoras de las verdades absolutas, las convirtieron en objeto de culto y en su nombre llevaron a cabo barbaridades injustificables. Pero esto se aplica a un tipo determinado de organización, cuando esta se convierte en un fin y deja de ser un medio, cuando se sacraliza.
    Para muchas personas la necesidad de formar estructuras es una idea elemental pero para otras muchas no es tan evidente. Las necesidades organizativas surgen en cuanto se plantea la acción colectiva o política (en el sentido de lo que incide en la vida de la comunidad y en como será esta), es decir en como concretar esa acción, darle coherencia.
    En cuanto un individuo se plantea cualquier intervención en lo colectivo o en la sociedad inevitablemente tiene que ponerse en contacto con otros individuos, asociarse. Es evidente que por muchas capacidades que tenga un individuo no es nada comparable con las que desarrollan varios cuando se juntan. Asimismo pretender que hay salidas individuales (o para un grupo reducido) "revolucionarias" o fuera del sistema y sus relaciones, es irreal.
    Unirse tiene como inconveniente que el individuo tiene que transigir1 aceptar limitaciones que le impone el trabajo con otras personas. Es evidente que siempre habrá una tensión entre lo deseado y lo conseguido y que algunos problemas hacen estallar las estructuras pero también es cierto que la mayoría de las veces las diferencias que enfrentan a grupos o personas son de matiz y las más de las veces la formación de bandos o corrientes están ligadas a adhesiones a grupos informales (tensiones de liderazgo, el deseo de destacar montando un chiringuito propio,...), más que a claras divisiones teóricas y prácticas. Por evidente, suena a estupidez pero ¿cuantas veces en los colectivos, sobre todo cuando se unen a otros grupos, nos olvidamos que para seguir juntas hay que aguantar y esperar a l@s demás? Y que por lo tanto cualquier trabajo organizativo significa esfuerzo para afuera (propagar tus ideas) y para adentro (construir organización), es decir estar dispuesto a ceder. Para hacer algo no es necesario compartirlo todo, basta con compartir lo que se decide hacer en común.
    Si se le suma el que la estructura u organización es estable, además de la fuerza que da el estar juntos, hay una acumulación de dicha fuerza. La coordinación de grupos para la defensa de un objetivo concreto -la manifestación antifascista del 20 N o los recientes 7 días de lucha social" (durante 7 días numerosos grupos confluyeron en acciones directas, coladas, okupaciones, protestas  y debates en Madrid), - demuestra la potencia que da la unión  - fueron unos de los pocos momentos en que logramos cierta incidencia social- pero es al tiempo la prueba de su fragilidad, al lograrlo sólo esporádicamente. Toda la potencialidad que se junta, si se mantuviese en el tiempo tendría una formidable fuerza política. Por ello no basta desarrollar un trabajo en momentos puntuales sino que hay que mantener un trabajo continuo, por lo que las organizaciones para producir un efecto político real en la sociedad tienen que perdurar. Aquí surge la crítica a la defensa de la acción espontánea como solución a los problemas de la sociedad, sencillamente porque la espontaneidad en la sociedad es muy relativa. En todo caso, lo que pasa es que a veces, de forma abrupta e imprevisible, se hace visible un proceso subterráneo. No hay estallidos "espontáneos" ni acciones "espontáneas": antes ha habido un trabajo. Por poner un ejemplo los estallidos revolucionarios a principio de siglo en el campo andaluz no tenían nada de espontáneo, había detrás años de propaganda, acciones y trabajo constante y soterrado que se hacían visibles con la insurrección.
    La estructura es un esqueleto sobre el que se asienta todo los demás, y aunque algunas veces los huesos se rompen la mayor parte del tiempo nos hacen aguantar. ¿Cómo vamos a hacer frente a la represión sin algo que nos dé consistencia y continuidad?. Son necesarios medios de propaganda, abogados, locales, para desarrollar la lucha. Si además pretendemos que las luchas las protagonicen el mayor número posible de personas hay que dotarse de medios a la altura, es decir medios masivos. Para hacer un fanzín o boletín
no se necesita mucha gente pero para un periódico que publique miles de ejemplares hay que ser legión. Si un colectivo quiere hacer un trabajo, por ejemplo, contra los abusos en las cárceles tendrá que tener un local donde reunirse, un abogado al que recurrir, unos medios económicos para mantener su actividad, y durar algo más que unos meses. Como vamos a pretender que l@s pres@s se enfrenten a l@s carceler@s si no tienen la mínima garantía que no estarán solos cuando les venga la represión, si no tiene una estructura para defenderles.
    La necesidad de estructuras estables formales nace de los supuestos teóricos igualitarios y participativos. Si queremos que el máximo de personas participen en las decisiones, debates, y actos tenemos que darles las posibilidades para ello. Las decisiones no se toman en una sola asamblea sino en la suma de las mismas y por lo tanto hay que garantizar la máxima participación y en igualdad de condiciones en todas ellas. Por lo tanto los mecanismos para la toma de las decisiones... han de ser conocidos por todos los integrantes y estar al alcance de cualquiera de ellos. Llegamos a la necesidad de estructuras formales como mínima garantía y posibilidad de participación igualitaria. Si la información, los mecanismos internos etc. están al alcance sólo de las personas que están constantemente en el ajo y por lo tanto se basan en las relaciones y contactos personales sin tener en cuenta las que no tienen ese mismo ritmo, o "afinidad”, de antemano se quita de la posibilidad de decidir en igualdad de condiciones a muchas personas. A veces la igualdad de oportunidades en nuestras organizaciones no es más que retórica. (Para una explicación más completa leerse el texto "La tiranía de la falta de estructuras").
    Si además pretendemos que nuestras prácticas política sean el embrión o el reflejo de una nueva sociedad, tenemos que contrastarías en la práctica.     Hay una relación dialéctica entre práctica y teoría, las contradicciones entre ambas hacen que avancen tanto una como otra, influyéndose mutuamente. De que sirve defender la asamblea si en la práctica no somos capaces de hacerla funcionar,
    Resumiendo, consideramos que para desarrollar una acción política real, con cierta coherencia (igualitaria en su participación, y foro de discusión sobre nuestras practicas y nuestras ideas) y con infraestructuras que sirvan de apoyo, defendemos la necesidad de organizaciones formales, estables y que duren tiempo. Y que esto solo es posible cuando sus componentes están dispuestos a ceder "parte de lo mío y construir lo nuestro", para así ser colectivo.
 

Tipo de estructuras o como organizarse

    Los individuos que se unen definen la organización resultante en la misma medida en que la organización moldea a sus componentes. Hay que evitar al máximo las contradicciones ente objetivos  - o propuestas políticas y los medios - en este caso la organización -, porque sino los objetivos se terminarán adaptando a las necesidades de la organización. La estructura dejará de ser una herramienta y se convertirá en un fin en sí mismo. Es lógico que alguien que gasta esfuerzos y tiempo en un proyecto lo defienda con ardor pero eso no debe llevarnos a pensar que cualquier propuesta avalada por la organización es mejor que la que venga de "fuera". En el/la militante tiene que haber una tensión dialéctica y constante entre la razón y la razón de la organización.
    Si el proyecto organizativo quiere evitar estas contradicciones, como en nuestro caso, tiene que implicar en sus decisiones al máximo de personas e igualdad de condiciones y la información tiene que repartirse por igual. En nuestra experiencia es la única manera de que la estructura genere individuos libres y capaces de decidir por sí mismos, conscientes de sus actos y de sus consecuencias (la famosa responsabilidad).
    Para que haya una toma de decisiones igualitaria esta tiene que ser asamblearia. La asamblea como mecanismo participativo tiene muchas limitaciones y en si misma no basta para asegurar la equidad en las decisiones por lo que tampoco hay que elevarla al altar. No todas las personas asistentes a una asamblea tienen la misma facilidad de expresión, no se explican igual de bien, no tienen los mismos apoyos entre l@s asistentes, no todo el mundo puede asistir, hay grupos que se organizan para manipularías (repartiéndose en la sala de tal forma que parezca que hay muchas personas que comparten sus ideas...) Por lo tanto no tod@s somos iguales en una asamblea. Sin embargo si que en una asamblea se dan las mismas posibilidades de intervención y por lo tanto está cargada de potencialidades. Si hay un grupo que quiere llevarse el gato al agua puede perfectamente haber otro grupo que haga lo propio para impedírselo, si un@ es un pico de oro puede haber otr@ que lo contrarreste... Otra de las limitaciones de la asamblea es el juego de la mayoría frente a la minoría. En una asamblea la decisión suele corresponder a la opinión mayoritaria, pero esto no significa ni mucho menos que sea la más justa o la más adecuada. Puede que sea un pequeño grupo el que tenga la razón pero su propuesta puede ser rechazada si no cuenta con suficientes apoyos. Es la principal crítica que se le puede hacer a todo sistema basado en los votos. Una votación, que da la voz a la mayoría, ni siquiera puede ser considerada democrática si se obliga con ello al conjunto, incluid@s l@s oponentes, a doblegarse ante la decisión de "los más". Por ello es bueno incluir elementos correctores como la toma de decisiones por consenso. Aquí inevitablemente hay que tener presente la idea de que para mantener la unidad hay que hacer concesiones. Sin embargo hay veces que no es posible una solución de consenso por lo que la organización, para ser un instrumento eficaz de lucha política y social debe estar formada por estructuras autónomas y más pequeñas (colectivos, sindicatos...) que a su vez se junten en una mayor (coordinadora1 confederación...). Una propuesta que no es aceptada por la asamblea (conjunto de pequeñas estructuras) puede ser llevada a la práctica por los "niveles inferiores" sin que ello implique al resto y de la misma forma una mayoría de pequeños grupos puede llevar adelante una propuesta sin obligar a otros a seguirla. Este modelo de doble instancia tiene la ventaja de permitir que la "base" esté formada por grupos pequeños, lo que favorece la participación dentro de los mismos; pero tiene la desventaja de ralentizar los procesos de toma de decisiones. Pero hay que seguir el lema: "en lo que a mí me afecta decido yo, en lo que nos afecta a tod@s, tod@s decidimos".
    En realidad el modelo asambleario es útil cuando es una constante, cuando todas las decisiones se toman de esa forma, es decir que los actos de la organización son el resultado de numerosas asambleas. Entonces sí que la mayor parte de l@s militantes de una estructura han tenido la posibilidad de influir en el conjunto.

    Como toda estructura tiene esa tremenda capacidad para moldear y "deformar" a sus componentes, hay que tener en cuenta la tendencia "natural" a la formación de élites o burocracias y combatirla procurando la mínima delegación y la rotación de tareas y cargos. La delegación, en cuanto la estructura llega a cierto tamaño es inevitable: no todos los componentes de un colectivo pueden ir a todas las reuniones en las que el grupo participa. Y además si no se reparten las tareas, se paraliza la capacidad de actuar. Sin embargo la delegación provoca muchos problemas: ningún delegad@ transmite la totalidad de las posiciones y en muchas reuniones se toman decisiones que el resto del grupo a lo máximo refrendará. Por lo tanto cuanto menos se recurra a la delegación mejor. Igualmente a poco que se repartan tareas pueden formarse "especialistas" y se compartimenta los conocimientos de tal forma que la base de la participación, la igualdad de la información, queda hecha añicos. Para corregir estas tendencias hay que practicar la rotación en las tareas y en la representatividad. Es una buena forma de que todo el grupo tenga la misma información, la misma capacidad de decidir y la misma necesidad de prepararse.
    Hay otro elemento fundamental que determina la capacidad de una estructura: la asunción de responsabilidades o la formalidad. Si la estructura es del tipo "guadiana" o "informal" puede ser igualitaria pero no permite el debate del "resto" con ella, quedando todo en el círculo cercano o los colegas.     Cualquiera de sus actos no puede ser debatido ni criticado porque sus protagonistas desaparecen. Frente a ello, formal no quiere decir tip@s con traje y corbata sino que su forma de funcionar es regular. Esto tiene una importancia fundamental cuando la estructura pretende tener incidencia social amplia y no para un grupito. Para que las personas que se acercan a una estructura (que conocen de ella su propaganda o su imagen y no sus miserias interiores), puedan tener la posibilidad de participar en la organización, los mecanismos de toma de decisiones deben ser claros y definidos. Si las asambleas de una estructura son cambiantes y su toma de decisiones depende del núcleo más militante, ¿cómo va a pretender crecer en número el grupo? si ya está todo dicho y hecho.
    Además ¿cómo se va resolver el problema de la representatividad? es decir ¿en nombre de quién está hablando ese pringado?. Este problema puede parecer lejano pero es muy serio. En Madrid, cuando el Centro Social Laboratorio propuso formar "El Consejo" se plantearon todos estos problemas de golpe: en nombre de quién hablaba dicho Consejo, a quien representaba, como se decidía... Aunque el Consejo terminó desapareciendo, primero tuvo que abordar todos estos temas. Por lo tanto el problema de la formalidad aparece para todo intento de organizar "algo grande". Cada vez que en Madrid se forma la Coordinadora Antifascista para preparar las movilizaciones del 20 - N, uno de los primeros temas a resolver es como funciona dicha asamblea: quién puede ir, cuantos representantes... En el fondo de este problema hay un envite muy importante a resolver: la igualdad en la toma de decisiones. Si las reuniones de la estructura no están reguladas las personas que no puedan darle tanto tiempo como para enterarse de posibles cambios, quedan automáticamente fuera del juego real (que no retórico) de la participación. Así por ejemplo las personas que tienen más tiempo disponible terminarían teniendo más peso que las que trabajan o tienen menos tiempo. Esto sería profundamente injusto porque no intervendrían voluntades  - algo que tu das- sino posibilidades - lo que te dejan dar -, posibilidades que las más de las veces están en manos del capital. Además al estar claros los mecanismos, definidos los mandatos y establecidos las formas de discusión, la vigilancia y control de l@s delegad@s serian efectivos. El respeto a las "formas" organizativas evita que algún miembro del grupo se haga imprescindible. Si la experiencia, contactos, conocimiento, están concentrados en el núcleo más activo en cuanto un@ de estas personas llega a faltar el resto se queda tocado del ala. Si hay actas, papeles, si se tienen que informar regularmente al conjunto de las iniciativas y trabajo realizado, cuando alguien falta, el resto, a poco que se espabile, puede seguir el trabajo. Es patético ver algunos grupos asamblearios que no pueden empezar la reunión o el debate hasta que no llegue el/la enterad@, porque el resto no tiene ni idea ni iniciativa. Pero claro hay que acostumbrarse a tomar actas, hacer informes, regularizar las reuniones y eso suena a pesado, incluso a burocrático y que coarta las iniciativas, iniciativas ellas que surgen de los individuos a poco que les dejen algo de imaginación. Y de repente te caes de la cama y te despiertas No hay nada más falso que esta sensación. ¿Quién no ha sentido la frustración de llegar a una reunión y tener que esperar al list@ de turno porque tu no sabes nada y nada puedes hacer?. Eso si que mata la imaginación y las ganas de trabajar. O, ¿ por qué no se conserva nada de anteriores experiencias y saberes, tienes que empezar desde cero cada vez, como por ejemplo ocurre con las asambleas antifascistas? Desde luego a las prácticas informales y erráticas se las puede considerar tan dañinas como una burocracia. En cuanto a las actas, es una molestia que a nadie agrada pero que cómodo es conocer lo anteriormente discutido cuando no has podido asistir a una reunión y así no descolgarte del resto porque durante unos días te ha salido un trabajo y no has estado en la onda.

    Sin embargo hay que tener cuidado con las organizaciones porque tienen unas dinámicas internas muy fuertes. Corremos el riesgo de convertirla en un fin, más que en un instrumento. Se les coge cariño y luego es difícil deshacerse de ellas. La estructura debe ser elástica y flexible, no hay que ahogar las iniciativas y buenas ideas bajo un manto de rigideces. Y para ello hay que saber matarlas a tiempo: la estructura debe ser autodisolutiva. No debe morir y renacer cada día, sino que no es bueno que exista más allá de su objetivo
concreto. Tengamos presentes estructuras que nacieron para liberar siendo participativas y que se han convertido en reductos del sectarismo y del dogma. No sé como puede ser esto realizable pero sí hay que tenerlo presente. Nuestras estructuras deben existir, formalizarse y mantenerse pero también deben estar dispuestas a desaparecer. En este sentido es positivo el proceso de formación de una estructura amplia. Nacida de unas condiciones, cuando estas han sido superadas la coordinadora Lucha Autónoma ya no tiene sentido y se transformará. En cuanto a la herencia que dejan estas estructuras, si han sabido socializar su experiencia y transmitir sus propuestas, lo que venga después lo tendrá ya adquirido.

    Lo que venimos a plantear es que queremos juntarnos entre más grupos, porque las concepciones antiautoritarias (o de democracia directa o popular) que defendemos, para tener sentido, han de ser aceptadas, interiorizadas y practicadas por la inmensa mayoría de la sociedad. Con lo cual hay que construir un movimiento, con vocación de ser masivo (no de boquilla, sino en lo real) amplio y con peso social, en el que confluyan las diferentes "islas subversivas", donde nos reconozcamos en base a unas practicas colectivas más que en un carnet o etiqueta. Que este movimiento ha de ser autónomo, es decir, separado y enfrentado a los intereses, relaciones y "subjetividades" (representaciones del mundo, pasiones, ideas.) que el capitalismo nos impone, con su eje en la lucha por nuestras condiciones de vida inmediatas, por retomar el control de nuestras existencias (a través del rechazo colectivo al dinero/intercambio mercantil como centro de todo), y el desarrollo de nuestra creatividad machacada desde la cuna. Cuando hablamos de la "subjetividad capitalista", incluimos también parte del paradigma tradicional del movimiento obrero. Hacemos nuestros sus anhelos, entre otras muchas cosas su defensa del apoyo mutuo y de la solidaridad, pero rechazamos frontalmente la consideración del trabajo asalariado como eje fundamental de la realización del individuo, la delegación en un futuro prometedor en vez de asumir la revolución como procesos cotidianos, la creencia productivista que a mayor producción mayor riqueza social y la sistemática subordinación de la emancipación de la mujer a una futurible revolución.
Y dentro de ese movimiento revolucionario, los colectivos como los nuestros han de confluir y organizarse mejor, que a nosotros nos parece que cada uno en su casa y Dios (o el Sistema) en la de todos no es el camino.

    Con este análisis no se propone la creación de UNA organización en la que todas nos reconozcamos, sino defender la necesidad de la AUTOORGANIZACIÓN, de estructurar mínimamente los anhelos de lucha. Puede ser una organización en red, a cubos, a cuadros, la forma concreta está por construir y definir, pero sea lo que sea, no debe ser la miseria que conocemos. Tenemos que construir herramientas, estructuras colectivas que sirvan para generar cambios políticos globales.

    No olvidemos que el resultado del trabajo social no es inmediato y que sus frutos se ven bastante más tarde pero para recoger algo primero hay que sembrar, y en Madrid principalmente abonamos nuestro huertecito (es decir que se suelta mucha mierda) pero no se siembra el campo ya que no se propone nada al conjunto de la sociedad.
 


VAMOS A ELLO.

Madrid diciembre 1998
Coordinadora de colectivos LUCHA AUTONOMA

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